Sílfides

DANZA ORIENTAL

Más allá de los bosques, las aguas y las tierras habitadas por los espíritus de la naturaleza, se extiende un reino aún más misterioso en sus manifestaciones: el cielo. En los aires viven las hadas controlan los elementos y las estaciones. Anuncian la primavera, hacen brillar el sol en verano, tiñen las hojas de los árboles con un hermoso color en invierno y cubren los paisajes de nieve.

Las Sílfides son espíritus del aire, son inspiradoras de belleza como las antiguas musas y junto con los Silfos, gobiernan los bosques en los que habitan. Celebran la plenitud de la luz y del aire. Aéreas, sutiles transparentes, se manifiestan en el ligero temblor que producen en las plantas, en el soplo aromado que recorre la floresta o en los osnes de alguna melodía indescriptible que se confunde con los murmullos de la brisa. Viven en las colinas, en los prados o en islas que flotan en el aire. Cuando son felices bailan al son de las flautas entre sauces y arrayanes, ondeando sus vaporosos mantos y removiendo el perfume del romero y de la hierbabuena, y derramando tonalidades nuevas sobre las amapolas, las verbenas y las campánulas. Hablan en un lenguaje musical, propio de los seres mágicos con los que están emparentadas.

Son de una belleza prodigiosa e inquietante: tiene alas de libélula y son transparentes o con manchas iridiscentes. Sus cabellos de seda, que peinan con peines de cristal, son del color típico de una humana, aunque también pueden ser azules, verdes o violetas; sus pupilas son transparentes. Para moverse en brazos del viento aparecen desnudas o envueltas con mantos y túnicas de finísimos tejidos, gráciles, aéreos y flotantes.